El billete de la suerte

Hace muchos años mi madre me dio un consejo; «Cuando salgas de viaje, no te gastes todo el dinero que lleves. Guarda un billetito (mi mamá amaba los diminutivos) en tu cartera y ese será tu billete de la suerte. De esa forma nunca te faltará dinero para viajar».

Uno ignora las fuentes informativas que tiene una madre para decirte estas cosas, ni siquiera te cuestionas si son verdad o no. Lo dice mamá y punto, así debe de ser. Desde entonces y en total obediencia, había guardado en mi cartera un billete (verde, para mayor efectividad), que no gastaba y que siempre me acompañaba a todas partes.

En mi reciente viaje a visitar a una amiga que vive en Estados Unidos, fuimos por primera vez desde que inició la pandemia, juntas a misa. Hay cierta edad ( no diré cual) que cuando uno se conmueve, especialmente en misa, lloras. Ahí estaba yo, emocionada de poder estar de manera presencial una vez más, compartiendo unas escrituras, un evangelio, un saludo de paz con inclinación de cabeza, cuando el padre nos cuenta:

Hace unas semanas vino un señor a misa y en el momento de la recolección dio un billete de denominación muy alta como limosna. Lo puso en la canasta , no sin antes mostrármelo a lo lejos para que yo fuera testigo de su gran generosidad. A la salida me puse cerca de la puerta como siempre lo hago, para despedir a mis feligreses y este señor se acercó para decirme: «¿Padre vio que di un billete de … en la colecta de hoy?». Sí, le contesté yo, muchas gracias. ¿Viste tú que la señora que estaba a tu lado, que está desempleada y tiene dos hijos que mantener, abrió su monedero y dio todo lo que traía?

A eso se refería la Madre Teresa de Calcuta cuando decía que había que dar hasta que duela.

Terminado el sermón, pasaron la canastita (hija de mi madre y del diminutivo) de recolección. Abrí mi cartera y me di cuenta de que era el momento de cambiar mi «suerte» por fe.

Di mi billetito de la suerte y estoy segura que mi mamá no se enojó por eso.

Ya les contaré si volví a viajar o no, si cayó sobre de mí una maldición terrible o si simplemente el corazón siguió sintiéndose bien como ahora, como quién hace lo correcto aunque se haya tardado algunos años para ello.

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