Hazle caso a tu abuelita

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Doña Chelito era genial. Una abuelita tabasqueña ,coqueta, pianista, presumida, egocéntrica, adicta a Liverpool y hoy entiendo, muy sabia.

En aquella época, yo trabajaba como maestra de preescolar  por las mañanas y por las tardes, estudiaba la licenciatura. El colegio me quedaba a la vuelta de su casa y como yo me estacionaba ahí; ella me esperaba todos los días en la puerta con un jugo de manzana, por si me había salido de casa sin desayunar.  Jamás me perdería yo de mi sacrosanto primer alimento del día. Si en algo he sido constante en la vida, es en mi buen apetito, pero era un detalle precioso verla ahí esperándome con el vaso en  la mano y su hermosa sonrisa, así que diario me bebía yo su amor a las 7.50 de la mañana.

«¿Qué pasó mijita?» me decía con su acento choco. «Nada abue , voy a trabajar y de ahí a la universidad.»  «Deberías de estudiar computación Gaby linda», me decía aun sabiendo que yo cursaba ya el cuarto semestre de Literatura. En aquel entonces su comentario me parecía una necedad  y hoy lo veo como sabiduría pura.

Aquella visionaria mujer de poca estatura y mucho seso, veía clarito venir que un día yo estaría frente a la computadora un promedio de por lo menos 6 horas diarias . Sabía de alguna forma mágica,  que tendría que acabar sucumbiendo a lo que tanto me había resistido que era dar terapia en línea y que además, las clases que amo impartir, migrarían  eventualmente a un formato virtual. Es más, segurito presentía que hasta con las amigas tendría yo que interactuar por zoom.

Yo que huía de área uno en la preparatoria precisamente porque me jactaba de no querer tener que ver nada en la vida con números ni máquinas; dedico hoy un tiempo en pantalla de celular de por lo menos tres horas diarias divididas a ratitos  entre el Instagram, Facebook, Twitter, tres cuentas de correos, mensajes y atención a mis alumnos de diplomado en línea.

Caray, cómo no le hice caso. De haber sido así, hoy no tendría dolores de espalda de tanto estar sentada. La posición la tendría dominada. Los ojos no me arderían ni me saltarían como a veces lo hacen de tanto fijar la vista. En fin, que sería una técnica extraordinaria en lugar de una humanista atrapada en un presente más virtual que real, sin la posibilidad de abrazar a la persona a la que consuelo o guío. No cabría en mí la inmensa añoranza que hoy siento por las ferias del libro y las reuniones de autores. Estaría tranquila acariciando mi teclado y escuchando la voz de los que me importan a través de unos audífonos.

Hoy todo eso me es muy difícil. Extraño los abrazos, las clases presenciales, las conferencias y las firmas de libros. No me resigno ni conformo con trabajar desde casa, comer diario en casa y dormir en casa sin posibilidad de una escapadita vacacional y la increíble plática con carcajadas reales de mis amigas en lugar de un «je,je » escrito en un Whats app.

No cabe duda que las abuelas ven cosas que nosotros no imaginamos ,así que les sugiero  que se hagan el futuro  más llevadero y que por si acaso,  le hagan caso a su abuelita.

11 pensamientos en “Hazle caso a tu abuelita

  1. Saludos Gaby querida… Desde este mundo virtual pero creo que ahora con más sentido al momento de escribir, porque valoramos mucho más el decir las palabras adecuadas a nuestros sentimientos… Y ya me imagino el valor que mucha gente daremos al dar de nuevo un abrazo o un beso… Seguramente habrá también un mayor valor a la salud, a lo que comemos, a lo que pensamos y a lo que sentimos… Todo ello, nos traerá beneficios si desde ahora buscamos sufrirlo menos y valorarlo más.
    Te mandamos un fuerte abrazo desde tierras tuneras…

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  2. Querida Gaby, me encanta leerte en tu blog.
    Mi abuela materna Cholita, después de la escuela pasaba por su casa de carrerita y me daba un taquito de «calzones»; así le decía a esta especie de nata que se le hace a la cazuela de los frijoles.

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  3. Hola Gaby ,coincido con tu opinión de que las abuelas son muy sabias….yo recuerdo sus frases de mi abuelita cuando decía: «de algo tendremos que morir»…vivíamos como a 4 hras. De distancia y nos visitaba cuando era temporada de ciruelas y mangos …que bonito recordar a mamá Felipa!!!

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  4. Cuando somos jóvenes pensamos que sabemos más que los mayores, pero al pasar los años nos damos cuenta que los años y la experiencia es algo valioso en verdad.
    Gracias por este hermoso blog, por sus videos de YouTube, me ayudaron tanto y me siguen ayudando en mi pérdida, tuve una ruptura que movió toda mi vida, fueron 8 años de noviazgo, ayer escuché en uno de sus postcast con Martha debayle algo que no valoraba (mi familia), el echo de escuchar decir a mis papas : hijita todo estará bien. Yo en mi dolor lo veía lo grande de estas palabras y hasta me enojaba pensando, se que todo estará bien pero por que me duele tanto?, y después de ese programa recorde que la hoy tengo en privilégio de tener padres que me aman y son mi soporte, que mal agradecida estaba siendo con la vida y con .

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  5. Cuando somos jóvenes pensamos que sabemos más que los mayores, pero al pasar los años nos damos cuenta que los años y la experiencia es algo valioso en verdad.
    Gracias por este hermoso blog, por sus videos de YouTube, me ayudaron tanto y me siguen ayudando en mi pérdida, tuve una ruptura que movió toda mi vida, fueron 8 años de noviazgo, ayer escuché en uno de sus postcast con Martha debayle algo que no valoraba (mi familia), el echo de escuchar decir a mis papas : hijita todo estará bien. Yo en mi dolor lo veía lo grande de estas palabras y hasta me enojaba pensando, se que todo estará bien pero por que me duele tanto?, y después de ese programa recorde que la hoy tengo en privilégio de tener padres que me aman y son mi soporte, que mal agradecida estaba siendo con la vida y con Dios por este privilegio .

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